sábado, 25 de abril de 2009

Dos caminos.




Una tarde primaveral. El cielo azul colorea a las personas con su belleza. Los árboles floridos mueven sus hojas tranquilamente. Y yo, estoy corriendo una carrera larga, muy larga, con una cinta elástica atada a la cintura. El camino que tengo que recorrer es difícil, lleno de obstáculos, pero el paisaje que lo forma llama mucho mi atención. Tiene árboles y arbustos, flores y animales que disfrutan de ellas. La belleza de aquel sitio mejora por cada paso que doy. Ya estoy a punto de llegar a la meta, donde la cinta debería cortarse, pero unos metros antes, la cinta llegó a su fin: es demasiado corta como para llegar a la meta con ella. Al ser elástica, me devolvió al principio del camino de la carrera, y me mareé por el golpe que me dí al caer en el suelo. Cuando me levanté y abrí los ojos, el camino era distinto. Tenía que escoger entre dos caminos diferentes, cada uno aparentemente hermoso, pero... ¿quién sabe lo que hay más allá?
Aunque claro, siempre me queda la opción de retroceder y abandonar...

(c) Martina.

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