viernes, 27 de marzo de 2009

Desearía que estuvieras aquí.



Acostada en mi cama escuchaba wish you were here, y disfrutaba de cada nota de la música que salía de aquel aparatito que la emitía. De pronto, el suelo empezó a vibrar y el volumen de la música subió. Ya no escuchaba nada más que la música y las vibraciones, era como si el mundo exterior no existiese. Y el suelo seguía vibrando, y a medida que vibraba más, el volumen se hacía más alto. Quise levantarme pero no pude, las sábanas de mi cama se estiraban y me apretaban. Quedé atrapada entre mis mantas. El suelo seguía vibrando cada vez más y el volumen de la música subía. No paraba. Volví a intentar salir, y esta vez mi escapada fue exitosa: las sábanas aflojaron y cayeron al suelo haciendo un terrible ruido. Habían quedado duras como la piedra. Me levanté, aturdida por el volumen de la música y asustada por las vibraciones que iban llenando mi cuarto. Di vueltas por toda la habitación. Grité. Y las vibraciones no paraban... Y la música seguía subiendo...

So, so you think you can tell
Heaven from Hell, blue skies from pain.
Can you tell a green field from a cold steel rail?
A smile from a veil? Do you think you can tell?
And did they get you trade your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees? Hot air for a cool breeze? Cold comfort for change?
And did you exchange a walk on part in the war for a lead role in a cage?


Volví a gritar, pero nadie me escuchaba. De mi boca no salía sonido ninguno. Bajé la mirada y vi unas grietas en el suelo. Mi corazón palpitaba rápido, muy rápido. El miedo que me poseía estaba cubriendo mi cuerpo, y temblaba más que nunca. Entonces, de pronto, las vibraciones pararon, la música estaba con el volumen con el que había empezado a sonar, y mi voz ya producía sonidos; pero las grietas no desaparecieron, y el miedo tampoco. Mi corazón palpitaba a un ritmo increíble, y las grietas crecían, se hacían más grandes y largas, y el miedo crecía junto con ellas. El suelo se abrió y caí en un agujero negro, sin fondo. Y la música resonaba en la oscuridad...

How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls swimming in a fish bowl,
year after year, running over the same old ground.
What have we found? The same old fears, wish you were here.


(c) Martina.

jueves, 26 de marzo de 2009

¿Es que no vas a reaccionar?


Llegué a la playa y me quité los zapatos. Comencé a caminar sobre la arena, por primera vez, áspera. Las plantas de los pies me dolían, pues la arena me raspaba y me hacía mucho daño. Llegué a la orilla y mis pies se mojaron, pero la arena seguía haciéndome daño. Me di la vuelta para mirar a una persona que me observaba mientras estaba a punto de arriesgarme a perder la vida por él... o quizá no. Y no hacía nada por impedírmelo. Cuando volví a dirigir la vista hacia el océano, grande y profundo, divisé a un chico que parecía estar haciendo lo mismo que yo estaba a punto de hacer. Él me vio y movió una mano, en forma de saludo. Descubrí en su mirada que él lo hacía por lo mismo que yo, por la misma persona. Volví a darme la vuelta para mirar a esa persona, que seguía observándonos, sin hacer nada.
Deseé por un momento que apareciera una barrera delante de mí que me obligue a retroceder y estar con él... pero, después pensé que el chico que estaba delante de mí, a punto de ahogarse en el vasto océano, lo deseaba tanto, o incluso más que yo. Y me di cuenta de que, si esa barrera le apareciera a él en vez de a mí, sería mejor. Al fin y al cabo, ese chico es mi mejor amigo...

(c) Martina.

Amistad ante todo.

Me tiré al pozo con esperanza, pensando que el agua estaba lo bastante alta como para poder salir si todo salía mal. Por lo tanto, no pude salir. Las ropas se me mojaron y el agua seguía bajando, se evaporaba. Intentaba subir, escalar por las piedras, pero estaban lo suficientemente mojadas como para resbalarme y volver a caer. El agua seguía bajando, se evaporaba. Estaba dejando de ver la luz, apenas se distinguía un rayo de sol cada vez que alzaba la cabeza. El agua seguía bajando, se evaporaba, y las puntas de mis pies ya casi tocaban el fondo.
En el pozo me acompañaba un chico que cada vez se ahogaba más, puesto que él ya estaba más abajo que yo, tocando el fondo. Puedo asegurar, con toda certeza, que él deseaba tanto como yo que una persona le tire una cuerda por la que subir, y no que una nube le ayude a salir. Quizá, esa nube nos haga el momento más de ensueño, pero cuando la nube ya no aguantara más nuestro peso, nos tiraría de vuelta al pozo. Necesito, y deseo, esa cuerda por la que salir. Aunque sinceramente me haría más feliz que la cuerda sea tendida al chico que me acompaña aquí dentro. Yo seguiría encerrada, pero verle sonreír sería mi cuerda de salida.

(c) Martina.