jueves, 26 de marzo de 2009

¿Es que no vas a reaccionar?


Llegué a la playa y me quité los zapatos. Comencé a caminar sobre la arena, por primera vez, áspera. Las plantas de los pies me dolían, pues la arena me raspaba y me hacía mucho daño. Llegué a la orilla y mis pies se mojaron, pero la arena seguía haciéndome daño. Me di la vuelta para mirar a una persona que me observaba mientras estaba a punto de arriesgarme a perder la vida por él... o quizá no. Y no hacía nada por impedírmelo. Cuando volví a dirigir la vista hacia el océano, grande y profundo, divisé a un chico que parecía estar haciendo lo mismo que yo estaba a punto de hacer. Él me vio y movió una mano, en forma de saludo. Descubrí en su mirada que él lo hacía por lo mismo que yo, por la misma persona. Volví a darme la vuelta para mirar a esa persona, que seguía observándonos, sin hacer nada.
Deseé por un momento que apareciera una barrera delante de mí que me obligue a retroceder y estar con él... pero, después pensé que el chico que estaba delante de mí, a punto de ahogarse en el vasto océano, lo deseaba tanto, o incluso más que yo. Y me di cuenta de que, si esa barrera le apareciera a él en vez de a mí, sería mejor. Al fin y al cabo, ese chico es mi mejor amigo...

(c) Martina.

1 comentario:

  1. Este texto y el anterior relatan la misma historia pero expresada de otra manera. Espero que les guste ;)

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