sábado, 24 de octubre de 2009

Nada ni nadie.


Sus dedos cálidos recorrieron mis brazos desde los hombros a las muñecas, esparciendo fuego por toda mi piel.
-Pareces una ninfa del bosque en medio de los árboles -me susurró al oído.
-Adoptaré la costumbre de meterme en medio de los árboles.
Se echó a reír y el sonido hizo que se me cerraran los ojos y que los labios se me distendieran en una gran sonrisa.
-No es necesario -repuso-. Para mí siempre serás lo mejor.
-Le dijo el último hombre de la Tierra a la última mujer de la Tierra en vísperas de su separación.
Mi sonrisa se desvaneció mientras hacía este comentario. En estos tiempos las sonrisas no duraban mucho.
Él suspiró. Su aliento en mi mejilla era fresco en comparación con el aire ardiente del desierto.
-A Jamie le sentaría mal ese comentario.
-Es todavía un niño. Te pido por favor que lo mantengas a salvo.
-Hagamos un trato -me ofreció Jared-: tú te mantienes a salvo y yo le protegeré lo mejor posible. De otra forma no hay nada de qué hablar.
Era solo una broma, pero no podía tomármela a la ligera. No habría garantías una vez que estuviéramos lejos el uno del otro.
-No importa lo que pase -insistí yo.
-No va a ocurrir nada, no te preocupes -sus palabras casi carecían de sentido, eran un desperdicio de energía, pero su voz merecía ser oída con independencia del mensaje que transmitiera.
-Vale.
Tiró con fuerza de mis muñecas hacia un lado, me hizo darme la vuelta con el impulso e incliné la cabeza contra su pecho. No sabía con qué comparar su aroma. Era suyo nada más, tan único como el olor del enebro o el de la lluvia en el desierto.
-No nos perderemos el uno al otro -prometió él-, porque siempre volveré a encontrarte -cuando Jared hablaba no podía mantener el tono serio durante mucho tiempo-. No importa lo bien que te escondas. Soy invencible jugando al escondite. Con los ojos tapados.
-Empieza ya -mascullé... mientras intentaba disimular que las lágrimas me habían formado un nudo en la garganta.
-No tengas miedo. Vas a salir bien de ésta. Eres fuerte, rápida y lista.
[...]
-¿Y tú? -le pregunté con la voz embragada por la emoción. No estaba segura de poder soportar físicamente la despedida que se avecinaba-. ¿Te mantendrás a salvo?
-Ni el cielo ni el infierno me separarán de ti, Melanie.

(c) Stephenie Meyer. The host.

1 comentario:

  1. Marti; te dejo la dirección de mi nuevo blog. Muchos besos
    Chuni
    http://naturalezaahora.blogspot.com

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